En un pequeño pueblo de México, rodeado por montañas y vegetación exuberante, vivía Teresa, la abuela de dos hermanas que tenían un profundo amor por la naturaleza y un sueño compartido.
Desde jóvenes, ambas habían crecido aprendiendo de su abuela los secretos de las plantas medicinales y la sabiduría ancestral de su tierra.
Un día, después de ver cómo las grandes marcas de cosméticos inundaban el mercado con productos llenos de químicos y promesas vacías, decidieron que era hora de hacer algo diferente.
Querían crear una línea de biocosmética natural que no solo cuidara la piel, sino que también honrara la riqueza de su país y empoderara a las mujeres mexicanas. Con ingredientes naturales recolectados de manera sustentable, y recetas inspiradas en la herencia de su abuela, lanzaron su pequeña empresa desde la cocina de su casa. Pero su misión iba más allá de la belleza; querían que cada producto fuera una oportunidad para que otras mujeres también prosperaran. Así, idearon un modelo donde cada mujer que se uniera a su red podría vender los productos y ganar un ingreso justo, construyendo su propio negocio y empoderándose económicamente.
Hoy en día, su marca es un símbolo de calidad, accesibilidad y empoderamiento. Los productos son altamente valorados, no solo por su efectividad, sino porque cada uno lleva consigo la historia de un sueño hecho realidad y la promesa de un futuro mejor para muchas mujeres mexicanas.